“Lo ocurrido el pasado 11 de julio, y la reacción de la comunidad cubana hacia esos hechos, no cambian en nada la voluntad de fortalecer los vínculos entre Cuba y los cubanos en el exterior”. Así lo aseguró Ernesto Soberón Guzmán, director general de Asuntos Consulares y Cubanos Residentes en el Exterior (DACCRE), de la cancillería de la Isla, a menos de un mes de las manifestaciones antigubernamentales que sacudieron la nación caribeña y generaron numerosas reacciones tanto nacional como internacionalmente.
En declaraciones exclusivas a OnCuba, el diplomático consideró que esas reacciones, en particular las de los cubanos que residen fuera del país, han sido mayormente positivas, contrario al reflejo que han tenido en los grandes medios de prensa, al tiempo que sostuvo que la mayoría de ellos está consciente del papel de las autoridades estadounidenses en lo sucedido y apoya un nuevo acercamiento bilateral y el levantamiento del bloqueo/embargo de Washington a Cuba.
En su opinión, es solo “un sector minoritario”, aunque con poder político y económico, el que “promueve el odio y la división” y apoya las sanciones y restricciones contra la Isla, —y ahora el llamado a una “intervención humanitaria”—, las que “en lo absoluto son en beneficio del pueblo cubano, sino en realidad todo lo contrario, por más que lo repitan hasta el cansancio y se presenten como los defensores de Cuba”. En este escenario, enfatiza, “el objetivo estratégico” de su gobierno “de fortalecer la relación entre Cuba y los cubanos residentes en el exterior, se mantiene totalmente vigente”.
“Arrancó en 1978, no ha variado y no va a variar”, añade Soberón, quien asevera que “en estos momentos estamos en una nueva etapa, en la que se busca no solo fortalecer esos vínculos sino también diversificarlos”. Y aunque reconoce que persisten temas no resueltos, reclamos e insatisfacciones en diferentes sentidos entre los cubanos en el exterior, afirma que lo logrado hasta la actualidad “no es poco”, que lo pendiente se mantiene “en estudio” con vistas a una posible implementación en el futuro, y que “no hay por qué pensar que no se vaya a resolver”.
Sobre las decisiones ya tomadas y perspectivas en materia migratoria y de participación en la vida nacional de los cubanos residentes en el exterior, el director general de la DACCRE brindó sus consideraciones a nuestro medio, al tiempo que valoró la postura de la comunidad radicada fuera de la Isla ante el contexto actual, signado por la pandemia, las recientes protestas y el retroceso en las relaciones con Estados Unidos.
Singularidad del caso cubano
Para poder entender todo lo que está pendiente, hay que tener claro que Cuba es el único país del mundo que el grueso de su comunidad en el exterior radica en el país que quiere destruir al gobierno de su nación de origen. La inmensa mayoría de los cubanos que residen en el exterior radican en EE.UU. y el gobierno estadounidense, desde los inicios de la Revolución cubana, ha intentado acabar con nuestro proceso revolucionario. Y es necesario entender el rol que ha desempeñado en este proceso un sector de la comunidad cubana, un sector que en los primeros tiempos fue mayoritario e incluyó a los que se fueron de Cuba en los años 60, que tenían vínculos con la dictadura de Batista, que estuvieron involucrados en Playa Girón y en ataques terroristas, y que, aunque con el tiempo se fue convirtiendo en un sector minoritario entre los emigrados, continúa siendo esa punta de lanza contra Cuba. Eso nos lleva a que la política migratoria cubana ha sido soberana, independiente, pero también ha tenido un carácter defensivo, algo que no se puede obviar para poder comprender algunas de las cosas que están aún pendientes con relación a la comunidad cubana en el exterior.
Yo recuerdo que cuando estuve de embajador en las Bahamas, una cosa que a los bahameses les llamaba mucho la atención era que hubiese una limitación de entrada al país para un grupo de ciudadanos cubanos. Ellos no concebían eso. Pero eso no se puede entender si no se conoce lo que ha hecho ese sector más reaccionario contra su propio país, no solo contra las autoridades sino también contra el pueblo.
No obstante, cuando se hace un repaso de todo lo que se ha hecho desde el año 78, que fue el momento en que se empezaron a recomponer los vínculos con los cubanos residentes en el exterior —a partir de que la comunidad cubana había experimentado cambios con respecto a aquella inicial que se fue después del 59, y Fidel (Castro) entendió que ese era el momento de comenzar un proceso de acercamiento que tampoco fue algo sencillo—, en materia migratoria te das cuenta de que no es poco. Y que lo que queda pendiente es un número mínimo de temas en relación con lo que ya se ha resuelto, ya se ha cambiado, en función, insisto, del objetivo fundamental que es fortalecer los vínculos con los cubanos residentes en el exterior.
Lo hecho en materia migratoria
Estamos hablando, por ejemplo, de los períodos de estancia en Cuba, que eran limitados, y se han llevado a períodos de tiempo que tienen toda la lógica del mundo, porque el cubano que reside y tiene una vida hecha en el exterior, no puede estar más de un año de manera ininterrumpida en Cuba, porque entonces no estaría realmente residiendo en el exterior ni tendría vida fuera del país. El 99,9% de los cubanos que residen de manera permanente en el exterior no pasan más de 15 o 20 días en Cuba, porque deben regresar porque tienen trabajo, escuela, familia; porque tienen que cumplir las dinámicas propias de su vida en el país en que residen. El que no, es porque vive en Cuba y no reside en el exterior de manera permanente.
Además, están también las medidas relacionadas con los cubanos que viajan al exterior por períodos limitados de tiempo, con lo cual cambias el estatus migratorio. En ese sentido se sigue la misma lógica: si usted se pasa más de dos años en el exterior de manera ininterrumpida es porque en realidad usted no vive en Cuba de manera efectiva: usted vive en el exterior y viene a Cuba de visita. Por lo tanto, esa es una medida que facilita que el cubano no cambie su estatus migratorio por el simple hecho de viajar al exterior. Con ese objetivo, el tiempo permitido se fue ampliando progresivamente, y se pasó de tres meses, a seis meses, a un año, y la gente decía que aun así no le daba tiempo, porque en lo que ahorraba para venir no podía pedir permiso para vacaciones, y otras cosas que se tuvieron en cuenta luego para ampliar el tiempo hasta los dos años. Todo eso ha tenido un reflejo directo en los viajes de los cubanos en un sentido u otro, en un incremento sostenido de esos viajes, y en un incremento de los períodos de tiempo que los cubanos pasan en la práctica en el exterior.
Se adoptó igualmente la decisión de que los cubanos pudieran entrar por vía marítima al país, y cualquiera diría que eso lo puede hacer todo el mundo. Sí, claro, lo que pasa es que en este país se robaron lanchas y mataron personas por robar lanchas, y también hubo cubanos en el exterior que entraron por mar a atacar al país, y hubo un momento en que tomar decisiones al respecto. Si no se entiende eso, no se entiende por qué se adoptó la medida, pero cuando la situación cambió, cuando ya no había un riesgo, cuando ya estaba tomando un grupo de medidas migratorias y un grupo de acuerdos con EE.UU. ya se consideró que era el momento de volver a la normalidad.
También se tomó en su momento la medida de eliminar la carta de invitación, y ahora, en este período de la COVID-19, la de permitir que los cubanos residentes en el exterior puedan viajar y regresar sin renovar el pasaporte, es decir, con el pasaporte ya vencido sin prorrogar. Además, la medida de no pagar las prórrogas cuando te pasas de los 24 meses y no cambias el estatus migratorio porque no has permanecido en el exterior por una decisión personal, sino porque las circunstancias te lo impusieron, en este caso la pandemia. Y todo eso contribuye desde el punto de vista migratorio a que el ciudadano cubano mantenga su residencia en el territorio nacional si así lo desea, con todas las prerrogativas que eso tiene asociadas, y por tanto eso fortalece sus vínculos con el país.
Ciudadanía efectiva, viajes
Un elemento importante en el tema migratorio es que en la nueva Constitución aparece ya refrendado el principio de ciudadanía efectiva. Usted puede ser ciudadano cubano y, además, tener otras ciudadanías o nacionalidades, sin que haya algún problema por eso. El único tema es que, de acuerdo con la ley cubana, usted en Cuba es ciudadano cubano y se rige por las leyes cubanas. Pero eso tampoco es un principio inventado por nosotros. Es un principio que existe en el Derecho Internacional, que otros países lo reconocen y que facilita el flujo de viajes en un sentido u otro. El hecho innegable es que los viajes de los cubanos al exterior se han incrementado significativamente. Estamos hablando de millones de viajes en un año antes de que llegara la pandemia, y también millones de viajes de cubanos residentes en el exterior hacia Cuba.
Hoy tenemos en el exterior más de 450 mil ciudadanos cubanos que tienen residencia en el territorio nacional y, además, tienen algún estatus migratorio fuera del país: ciudadanos, residentes, permiso de trabajo u otro. Pero esos números, en el 2013 cuando se adoptó un grupo amplio de medidas migratorias, era menos de la mitad. Por tanto, eso va contribuyendo a la circularidad del flujo de viajeros, del flujo migratorio, que es lo que ocurre a nivel internacional. Y por eso creo que hoy Cuba se parece más o es prácticamente lo mismo que el resto de los países en materia de viajes de sus ciudadanos en un sentido u otro. Además, todo esto es legal, esté asentado en la ley. A algunas personas les podrá gustar y a otras no, pero lo que sí está claro es que sus bases son legales, no hay nada arbitrario en esto.
Limitaciones de entrada y otros temas pendientes
De las cosas que aún quedan pendientes y los cubanos más señalan, está el tema de la limitación de entrada. Ciertamente hay un grupo reducido de cubanos que tienen una limitación de entrada al país por estar vinculados a sectores de la ultraderecha, de los sectores más reaccionarios, y que constituyen un peligro para la seguridad nacional. Y también están quienes salieron de manera ilegal por la Base Naval de Guantánamo, porque está establecido que la salida del país por esa vía también constituye un riesgo de seguridad nacional, y por tanto la persona que lo haga, tiene limitación de entrada indefinida al territorio nacional.
Pero cuando tú analizas el número de cubanos que reside hoy en el exterior, y el número de cubanos que tienen limitación de entrada, este último es un porcentaje ínfimo, el 0,000001% del total. Por tanto, puede afirmarse categóricamente que la inmensa mayoría de los cubanos hoy pueden entrar y salir del país sin ninguna dificultad. Solo necesitan pasaporte, dinero, y visa para el país donde van a viajar, si así lo exige ese país, que es lo que requiere el resto de los ciudadanos del mundo para viajar fuera de su nación de origen. Entonces, en materia migratoria, hemos llegado a ese punto.
También está el tema de la limitación de entrada temporal para los ciudadanos cubanos que abandonan una misión oficial, algo que es igualmente conocido y de lo que pudiéramos tener horas y horas de debate sobre si es ético o no abandonar una misión. Por qué si se tienen las facilidades para viajar de manera personal, hay que aprovecharse de la facilidad que brinda un viaje oficial. Ese es un debate en el que seguramente todas las partes no nos pondremos de acuerdo, pero hay que decir que quienes están limitados por ese motivo también se incluyen en el 0,000001 % que mencioné hace un momento, con la diferencia de que su limitación es temporal y cuando transcurre el tiempo establecido, esa medida expira y pueden entrar al país.
Además, queda el tema del valor del pasaporte, que se sabe que es costoso. Ahora, es incorrecto, desde mi punto de vista, decir que Cuba solo piensa en sacarle dinero a los cubanos que están en el exterior, que es algo que se manipula mucho. Hay que considerar que se ha extendido el tiempo de estancia en el exterior, y que, además, se permite permanecer más tiempo porque se puede solicitar una prórroga, para lo cual se paga un permiso consular por esa prórroga, no por el hecho de permanecer, y que ahora se hace al mes 25 y no al cuarto, como fue un momento. También, la medida de eliminar la carta de invitación y otras que se han tomado. Todas ellas han representado una disminución de los ingresos consulares de Cuba, y el gobierno cubano, a pesar de eso, las ha adoptado. Entonces, decir que Cuba piensa solo en el dinero, que no se adoptan medidas migratorias porque representa dejar de ingresar dinero, no es cierto. El tema económico evidentemente está asociado a todos estos trámites, pero esas decisiones que se han tomado en función del objetivo estratégico de fortalecer los vínculos con los cubanos residentes en el exterior, han implicado una disminución real de los ingresos y aun así se han adoptado.
Pueden quedar otras cosas, pero estos temas creo que son los más mencionados y los que atraviesan transversalmente a la comunidad cubana en el exterior, y se ha dicho también en varios momentos que no hay tema tabú en las relaciones entre Cuba y los cubanos residentes fuera del país. Todo está sobre la mesa, todo está en discusión, en debate, en análisis, sobre la base de respeto a la soberanía y la independencia del país. Ese es el único requisito. Fuera de eso todo lo demás puede ser contemplado. Por tanto, mi lógica de pensamiento es que si hasta este momento se han resuelto muchas otras cosas que eran interés en su momento de los cubanos residentes en el exterior, no hay por qué pensar que lo que queda pendiente, que es un número mínimo de temas, no se vaya a resolver. Y por eso se ha dicho que está todo en estudio. Básicamente ese es el punto en el que estamos. Y los que dicen que todo depende de temas económicos faltan a la verdad, al igual que los que dicen que lo que queda pendiente no se va a resolver, a menos que sean adivinos, porque la historia y la realidad indican que todo se ha ido resolviendo.
Claro, todo tiene también su momento, y quisiéramos llegar a la completa normalidad lo antes posible, pero la realidad es que también todavía hay gente que se para con una AKM frente a la embajada de Washington y le cae a tiros, y hay quien le tira tres cocteles molotov a la embajada de Cuba en París, y por tanto, ese sector reaccionario todavía está ahí, minoritario, reducido, pero con poderío económico, con capacidad de mover resortes emocionales, con un discurso de odio y una gran influencia política, asociado a medidas que adopta el propio gobierno estadounidense contra Cuba, y por todo ello representa todavía un peligro que obliga a mantener algunas medidas que no son del agrado completo de la comunidad en el exterior, y otras que se irán resolviendo en el futuro.
Participación en el desarrollo económico de Cuba
Las medidas de carácter migratorio han estado acompañadas por todas las transformaciones que se han venido haciendo para impulsar la economía, para actualizar nuestro modelo económico, que abren nuevas oportunidades que no existían ni en el 78, ni en el 89, ni en el 95, y que sí existen ahora. Y por tanto, la gente empieza a pensar en una nueva forma de participación en los procesos que están teniendo lugar en Cuba. Porque, a fin de cuentas, todas esas personas que siguen legalmente residiendo aquí, aunque vivan más tiempo fuera del país, y vienen un mes, o dos, y se pasan 20 meses fuera, tienen, no obstante, ese sentido de pertenencia que no tenía el que se fue en los 60 y cortaba los vínculos con el país y no regresaba nunca, como muchos de los que hoy llevan la política de EE.UU. hacia Cuba y no conocen nuestra realidad. Pero quienes siguen residiendo en el país, aun cuando vivan la mayor parte del tiempo fuera, o este flujo migratorio de los 90 para acá, integran un sector que mantiene más vivos los vínculos con Cuba, que viaja con frecuencia al país, que está interesado en lo que está pasando, que está interesado en participar, y que hoy, además, encuentra oportunidades que no tenía hace diez años, oportunidades vinculadas al sector cuentapropista, privado, de inversión y participación en proyectos de desarrollo local, en intercambios de cooperación, en negocios como tal.
Como regla, por su poder adquisitivo medio en EE.UU., no es el cubano que reside en ese país el inversor que va a traer el proyecto de tantos miles o millones de dólares, pero sí puede ser el inversor de proyectos de menor monto. Además, está el cubano que estudió en Cuba, que trabajó en un sector de la economía cubana antes de viajar y radicarse en el exterior, que conoce ese sector en Cuba, y también en el exterior si logró trabajar en él, y que se convierte en un puente, en un motor de búsqueda de negocios e inversiones propias o de la compañía extranjera en la que está trabajando, y que ayuda a establecer esos vínculos y obtiene de esa manera un beneficio personal. Estoy pensando en cubanos que pueden ser representantes de compañías extranjeras, que antes no se podía y ya hoy es posible. Eso es algo que es lo más natural del mundo, porque esa persona conoce el país, conoce el idioma, tiene acá su familia y a lo mejor no tiene que rentar una casa mientras hace su trabajo. Esa es una práctica a nivel mundial a la que se ha sumado Cuba.
Además, la gente está hoy mirando las remesas no solo en su uso tradicional de comprar bienes y servicios, sino como la posibilidad de invertir en un negocio particular, que genere ingresos para la familia en Cuba, lo que lo incluso puede relevarla de mandar dinero desde el exterior porque su familia en el país puede hacerse autosuficiente con ese negocio. En esto, por demás, hay que considerar que en el resto del mundo, según estudios realizados, las remesas se usan principalmente para tres cosas: comida, educación y salud, y acá, las dos últimas son gratuitas, las garantiza el Estado, más allá de las dificultades y carencias que puede haber. Porque la realidad es que, si usted necesita un trasplante o una operación, o un ingreso en un hospital o un centro de aislamiento ahora con la COVID-19, no tiene que pagar por ello. Entonces, quien recibe remesas en Cuba las emplea sobre todo para resolver necesidades básicas, comida, transporte, otros servicios, y eso le da un margen mayor de beneficio, que puede emplear en inversiones y negocios familiares.
Bases legales, perspectivas
En materia de participación en procesos de desarrollo socioeconómico en el país, hoy se abre una puerta que yo diría que es lo más novedoso en la relación entre Cuba y los cubanos en el exterior, donde más se pueden diversificar los vínculos. No obstante, aún se requiere aceitar el proceso, crear las bases legales y considerar otra serie de cuestiones necesarias para una implementación efectiva de todo esto. Hemos hecho las cosas de una manera durante los últimos 50, 60 años, incluido el período en que se han estado estrechando los vínculos con la comunidad cubana, pero en esta esfera no estaban las condiciones creadas. Y hoy ya lo están y así se ha dicho públicamente.
Es verdad que del lado de acá hay obstáculos, pero el gobierno cubano ha reiterado que sí existe el interés de promover la participación de los cubanos residentes en el exterior en procesos de desarrollo socioeconómico en el país y que se están creando las condiciones, las bases, para que eso ocurra. Se ha reconocido que hay dificultades y cosas que cambiar, y se ha confirmado que existe la voluntad de hacerlo y, de hecho, se está haciendo. Las personas han podido ver las dimensiones del cronograma legislativo en el que se está trabajando en Cuba para ir implementado esos cambios. Habrá cosas que se resuelvan primero, otras que se resuelvan después, pero se van a resolver porque el objetivo es crear las condiciones para que el cubano que viva fuera del país, si así lo desea, participe en estos procesos.
Pero también se podrán hacer más cosas. Por ejemplo, cuando salgan ya en detalle las bases legales relacionadas con las MPYMES se abrirá un abanico de posibilidades para esos miles de cubanos en el exterior, que viven más tiempo fuera del país, pero conservan su residencia en Cuba, y también para los cubanos que residen de manera permanente en el exterior. En todo eso se está trabajando, más allá de la manipulación sobre el tema que siempre va a haber por parte de determinados medios y sectores, que enarbolan el discurso de que el gobierno cubano lo está haciendo porque lo quiere es cogerse el dinero de los emigrados. Ese es el discurso de quienes van a criticar cualquier cosa que hagamos; de los que, como dice el refrán, dan palos porque bogan y palos porque no bogan. Sin embargo, en la práctica, lo innegable es que existe la voluntad de abrir, de promover oportunidades de participación a los cubanos residentes en el exterior, y de que puedan aportar al país.
Las sanciones de EEUU como obstáculo
Ahora bien, hay otra realidad que hay que tener en cuenta. Para que alguien invierta en un país debe llevar dinero, mercado o tecnología. Para aportar mercado tienes que tener una compañía muy fuerte, y en el caso de la tecnología, igual. Por tanto, para el cubano al que le interese vincularse a proyectos de desarrollo local en Cuba, o que le interese realizar una inversión, digamos, de bajo monto, lo fundamental es tener el dinero. Pero ese dinero tiene que hacerlo llegar a Cuba. No se trata de venir con el monto de dinero en la maleta, porque esas cosas no funcionan así, y por eso hoy existe y un gran obstáculo para esas inversiones: el bloqueo.
Hoy, no para los cubanos sino para todo el mundo, el principal dolor de cabeza es transferir dinero a Cuba, que el dinero llegue por los canales bancarios y pueda entonces usarse en el país. Eso es un gran obstáculo. Imagina que ya mañana Cuba haya aprobado y actualizado todas las leyes necesarias para estos procesos, que haya creado toda la base legal para una participación efectiva de la comunidad en el exterior en los procesos socioeconómicos; aun así, los miembros de esa comunidad van a tener un gran problema para invertir en Cuba como consecuencia del bloqueo. Y pasa lo mismo para el caso de las remesas y su posible uso en temas de negocios, para invertir en el sector privado. Si el gobierno de EE.UU. obstaculiza las remesas, si obstaculiza que llegue el dinero, ya ese es otro problema para la comunidad cubana que no depende de lo que pueda hacer Cuba. Eso es responsabilidad de EE.UU.
Es burdo el discurso que pretende responsabilizar a Cuba con ese problema, y decir que la limitación de las remesas se debe a que el gobierno cubano se queda con ellas o con una parte de ellas. Ese discurso es totalmente absurdo. Ellos apoyan eso no por ningún beneficio al pueblo cubano, que no lo tiene por ningún lado, sino por todo lo contrario: para crear mayores dificultades en busca de elevar el nivel de malestar social, el descontento de las personas, que fue lo que recomendó el subsecretario de Estado Mallory en su conocido memorando a inicios de la Revolución: apretar la mano, crear muchas dificultades económicas, apostando a que el descontento crezca y ocurra lo que ellos eufemísticamente llaman levantamiento, que es lo que quisieran ver en Cuba y que no ha ocurrido como llevan años planificando.
Entonces, la participación socioeconómica de los cubanos residentes en el exterior en Cuba tiene muchas posibilidades, y cuando se analiza hoy la presentación de proyectos, las solicitudes de negocios, de inversiones, de cooperación científico-técnica, te das cuenta de que se van incrementado el interés en ese sentido de la comunidad cubana, y a medida que se vaya avanzando, que se vayan concretando nuevos proyectos y la gente vea que sí es posible y beneficioso tanto para unos como para otros, pues aparecerán más proyectos, más cubanos interesados en participar. Esta es el área donde más tenemos que trabajar en los próximos años en función del fortalecimiento de los vínculos, y eso es lo que asusta tanto a esos sectores y personajes contrarios a Cuba, que no quieren un entendimiento, ni quieren puentes, sino dividir a la comunidad cubana y alentar el odio: ver que hay esa predisposición favorable de cubanos residentes fuera del país a involucrarse en este tipo de proyectos. Eso es lo que los lleva a las mentiras, a las críticas sin sentido y a los discursos de que lo que se quiere es quitarles el dinero a los cubanos, y a inventar obstáculos, sin mencionar que los principales obstáculos se derivan de la propia política de EE.UU. que ellos apoyan.
Participación política
En ese sentido también ha habido a avances. En Cuba las leyes están claras para todos. En la ley electoral, por ejemplo, se establecen los requisitos que debe cumplir un ciudadano cubano para participar en esos procesos. Esos 450 mil cubanos que están residiendo hoy en el exterior y que, a la vez, viven más o menos tiempo en Cuba, mantienen todos sus derechos. Y pueden, si así lo desean, venir el día de la votación y votar. Montarse en un avión, venir, y votar, y después marcharse de regreso. No hay nada que lo impida, y de hecho una parte de ellos lo hace. Por tanto, ese es un grupo importante de cubanos que pueden ejercer ese derecho sin ninguna dificultad.
Nuestro sistema electoral parte de la circunscripción, de la base, de la participación popular y, por tanto, se sobrentiende que usted tiene que estar aquí para poder contribuir de verdad en ese proceso, porque el que vive 20 meses en otro país y viene 15 días o un mes, por mucho que tenga contacto con la realidad cubana, no está aquí, no está en el día a día en Cuba. Pero hoy nadie está obligado a permanecer 24 meses en el exterior, ni dos ni tres. El cubano viaja y permanece lo que quiere, y si se hace ciudadano de otro país, puede participar incluso en las elecciones de ese otro país. Pero si mantiene su residencia en Cuba, puede participar de las elecciones cubanas. Se trata de una decisión de cada persona sobre el uso de estos derechos y cómo ejercerlos.
Por otro lado, no existe el voto en el extranjero, como muchos otros países no lo tienen. No es que Cuba sea el único país del mundo que no lo tiene establecido, y hay hasta aspectos prácticos en este sentido. Un aspecto práctico y concreto es que Cuba tiene un solo consulado en el país donde vive la mayor comunidad cubana en el exterior, más de un millón de cubanos, que es EE.UU., y el grueso de esa población vive en la Florida. Por tanto, a esas personas les saldría más barato coger un avión y venir a La Habana a votar, si cumplieran con los requisitos electorales y quisieran hacerlo, que ir a Washington a votar. Además, hay que tener un poco de realismo y sentido común con esto: si en Florida hicieron lo que hicieron con Al Gore cuando él era candidato presidencial, qué no van a hacer por una votación de Cuba, que llevan 60 años intentando cambiar el sistema político cubano.
En el tema de la participación política, también tuvimos un paso que fue mayoritariamente silenciado por los grandes medios, como se silencian tantas otras cosas de Cuba, y que fue que, por primera vez en la historia de la Revolución, los cubanos en el exterior, todos, sin limitación de ningún tipo, tuvieron la oportunidad de participar en el proceso de debate de la nueva Constitución. Eso no había ocurrido jamás. Y eso fue posible aprovechando las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones. Fue un proceso completamente abierto: usted se registraba y ponía lo que usted quisiera. Y lo único que había era un sistema de validación, para validar que, en efecto, era un cubano quien estaba comentando y no Mr. Smith diciendo que era Raúl Rodríguez. Pero más allá de eso, se podía poner todo lo que se quisiera.
Ese ejercicio arrojó, primero, que recibimos comentarios de más de 130 países, y, por tanto, el objetivo de que los cubanos alrededor del mundo pudieran participar del proceso, que tuvieran esa oportunidad, se logró. Participó el que quiso, como mismo sucedió en Cuba. En segundo lugar, la inmensa mayoría de los comentarios enviados fueron comentarios respetuosos, que no quiere decir que coincidían todos con las ideas y el sistema sociopolítico de nuestro país, pero eran respetuosos. La gran mayoría de las personas plantearon sus opiniones, sus puntos de vista, con transparencia y sin ofender ni atacar. Solo hubo un mínimo de comentarios irrespetuosos, agresivos. Y tercero, una buena parte de los comentarios se tuvieron en cuenta, y así se anunció cuando se dieron los datos de ese proceso de consulta popular.
Entonces, sí hubo participación de los cubanos residentes en el exterior y hubo aportes realmente significativos. Se tomó en cuenta todo lo que enriquecía el proyecto socioeconómico y político que estamos construyendo en Cuba. O sea, lo que no enriquecía ese proyecto no se tomó en cuenta, como no se tomaría en cuenta en otro país la construcción del comunismo, porque así lo decidieron en ese país. Y eso se aprobó en referendo por la mayoría de la población cubana, incluyendo cubanos que vinieron del exterior a votar y que pudieron hacerlo de manera libre, acorde a sus propias concepciones y criterios, porque tienen ese derecho, asociado, según las leyes cubanas, a la residencia en el país.
Participación en proyectos de leyes en construcción en Cuba
Esa posibilidad existe totalmente. Funciona de la misma manera que cuando la consulta sobre la Constitución, a partir de un proceso de informatización promovido directamente desde el gobierno cubano. Este proceso del gobierno electrónico beneficia no solo al cubano que está en Cuba, sino también al que está en el exterior, porque le permite estar al tanto de lo que se decide y legisla en el país, y tener canales para interactuar y emitir sus opiniones. En el sitio de Nación y Emigración, del MINREX, por ejemplo, cualquier cubano tienen acceso a la información que allí se publica, y también a teléfonos, correo electrónico, a vías para establecer comunicación. Y lo mismo sucede en el sitio de la Asamblea Nacional y otras instituciones. Las vías para eso están creadas, solo hay es que usarlas. Y por nuestra parte es necesario promover más ese uso. Tenemos que ser quizá más activos en la promoción de esas vías, pero las vías existen. Así se hizo cuando la Constitución: se hizo una promoción para que los cubanos residentes en el exterior supieran que el canal para dar su criterio estaba ahí, para que lo utilizase el que quisiera, con independencia de sus ideas y opiniones, porque ese es su derecho. Y con esto de las leyes sucede lo mismo. Y cada vez serán más las vías, los canales, para promover esta comunicación. No tengo la menor duda.
El cubano en el exterior tiene la visión de ambos lados, y conoce lo negativo, pero también lo positivo de Cuba, más allá del lenguaje agresivo y peyorativo de determinados sectores y medios contra nuestro país, del discurso de que aquí no sirve nada. Cuando uno habla con un cubano que radica en el exterior, con sentido común y objetividad, siempre reconoce que su formación en Cuba lo ayudó en su proceso de inserción en la sociedad donde radica. Y eso es algo que reconocen también los extranjeros. El migrante cubano tiene ese valor añadido, digamos, y es capaz de darse cuenta de lo que funciona bien en nuestro país, de lo que funciona regular y de lo que funciona mal, y lo mismo en el país donde radica, y a partir de ahí analizar, y proponer, como pasó durante la consulta de la Constitución, que dijeron “esta experiencia que hay aquí, en Cuba pudiera ser útil y es compatible con los objetivos socioeconómicos del país”. Es decir, por esa vía hubo feed-back positivo, porque sin dudas hay experiencias que esos cubanos pueden transmitir, a partir de sus vivencias fuera de Cuba, que aportan al proyecto que se esté analizando.
Conferencia La Nación y la Emigración
Siendo objetivos, la situación epidemiológica del país, que fue lo que motivó la posposición de la Conferencia, es en estos momentos peor que cuando se decidió posponerla. Por tanto, no se podría pensar al menos en el corto plazo en celebrarla de manera presencial. Eso se descarta por razones obvias.
No obstante, el interés de realizarla se mantiene, sin discusión. Podría pensarse quizá en una edición online, donde haya una representación amplia de la comunidad cubana en el exterior. Esa es una de las variantes que se han pensado a futuro, aunque nosotros tenemos como handicap que muchas de las plataformas digitales que se utilizan para este tipo de foros no podemos usarlas en Cuba. No se nos permite hacerlo. Yo mismo he participado en encuentros digitales de cubanos residentes fuera del país, en Europa, en América Latina, y he tenido que hacerlo grabado en lugar de estar de manera directa, en tiempo real, porque no he podido acceder a la plataforma que se está usando para el encuentro. Ese es un obstáculo que también hay que tener en cuenta. Pero definitivamente la Conferencia habrá que realizarla, aunque tampoco de manera virtual podría ser en un momento como este, en medio de un pico pandémico como el que tenemos ahora. En estos momentos hay otras cuestiones que requieren la atención de la dirección del país y, por tanto, eso también pesa en este sentido.
Aun así, aunque no sea ahora mismo ni pasado mañana, ni sea de manera presencial, no quiere decir que no se vaya a hacer. Que se mantenga pospuesta no significa que esté cancelada y en su momento se programará. Cuando se pospuso ya prácticamente todo estaba preparado, solo quedaba afinar detalles de última hora, y habrá que actualizar la agenda, los puntos de intercambio, a raíz de los acontecimientos y decisiones más recientes, adecuar la agenda al contexto actual, porque si hubiésemos dado la Conferencia el año pasado no hubiésemos podido hablar de los mismos temas de los que podríamos hablar ahora o podremos hablar más adelante, o al menos no con la misma profundidad de esos temas, como por ejemplo de las MPYMES y otras transformaciones económicas y de las oportunidades que se abren con ellas.
La Conferencia tampoco puede ser vista como un fin en sí misma. Es decir, ha habido tres ediciones anteriores y no cabe dudas de que es un momento con un alto grado de simbolismo, de intercambio con la comunidad cubana en el exterior, con el añadido de que se realiza en Cuba, pero la vida ha demostrado que muchas de las medidas que ya mencionamos se han ido tomando entre Conferencias. No ha sido la Conferencia el momento clave para el anuncio y la adopción de estas medidas. Yo te diría que, si se hace un repaso de lo ya adoptado en temas de interés para los cubanos residentes en el exterior, deben ser más los anuncios que se han hecho fuera de las Conferencias que durante las mismas, y por tanto no se puede ver el evento solo en este sentido.
Sabiendo de las dificultades y limitaciones para realizar la Conferencia hemos tratado de promover encuentros, porque no solo son las Conferencias los mecanismos que hay de retroalimentación y de intercambio con los cubanos residentes en el exterior. Las Conferencias son los momentos cumbres, pero hay encuentros nacionales y regionales, que se han seguido realizando, y también hay una práctica que se ha seguido por el gobierno cubano, que ha seguido el propio presidente Díaz-Canel, inclusive cuando era aún vicepresidente primero, que cada vez que viaja al exterior tiene un encuentro directo con la comunidad cubana del país al que viaja. Eso se ha establecido también como una práctica de todo alto dirigente cubano, que, como regla, tiene planificado un encuentro de este tipo en su programa de trabajo. Yo mismo tuve la oportunidad de participar en la del presidente con los cubanos en EE.UU., donde no solo estaban los sectores más cercanos a Cuba, a nuestro proyecto social, sino que hubo diversidad total desde el punto de vista de pensamiento ideológico, de criterios sobre el país. Había personas de diferentes pensamientos, y todos tuvieron la oportunidad de intercambiar con el presidente; estuvimos como tres horas. Esa es la tónica de los encuentros: aprovechar todo espacio que sirva para promover el intercambio, el diálogo, y contribuir al desarrollo de los vínculos entre Cuba y los cubanos residentes en el exterior. Y por ese mismo motivo, la Nación y Emigración se hará cuando existan las condiciones, no hay dudas en eso.
Valoración sobre la postura actual de los cubanos residentes en el exterior
Lo ocurrido el pasado 11 de julio, y la reacción de la comunidad cubana hacia esos hechos, no cambian en nada la voluntad de fortalecer los vínculos entre Cuba y los cubanos en el exterior. Siendo objetivos, cuando uno analiza la reacción de la mayoría de la comunidad cubana en el exterior ante lo sucedido, ha sido positiva. Es decir, yo creo que la mayoría de los cubanos residentes en el exterior entienden que ha habido una manipulación de la realidad. Es cierto que ocurrieron los hechos que ya se conocen, pero luego el país ha estado en tranquilidad, cualquiera puede venir y comprobarlo, caminar por las calles cubanas, lo que no quiere decir que se hayan resuelto todos los aspectos que dieron origen a que algunas personas expresaran su descontento por un motivo o por otro. En ese sentido, los miembros de la comunidad cubana tienen una ventaja, y es que por el nivel de intercambio que tiene con sus familiares en Cuba, saben en realidad lo que pasó y lo que está pasando actualmente en el país.
Además, yo creo que la mayoría de la comunidad cubana entiende que quienes en Estados Unidos se presentan como supuestos defensores de Cuba, políticos como Bob Menéndez, Marco Rubio, María Elvira Salazar, ellos y otros, lo menos que les interesa en realidad es el pueblo cubano. Una persona que apoye el bloqueo, que apoye los obstáculos a las remesas, que apoye la suspensión de los servicios consulares en La Habana y que los cubanos tengan que viajar a un tercer país para obtener una visa para poder entrar a los Estados Unidos, con todo lo que eso implica en materia de incremento de gastos, de riesgos en términos de la pandemia, una persona que apoye las 243 medidas que se tomaron en el gobierno de Trump que hacen mucho más difícil la vida de los cubanos, la mayoría entiende que esa persona, por mucho que diga, no le interesa Cuba. Es politiquería barata lo que están haciendo en relación con Cuba.
La mayoría de la gente también entiende que sí hay una operación montada desde Washington, digo la gente preparada, que tiene capacidad de razonar, con sentido común. Llevamos seis meses en los que esporádicamente tres o cuatro funcionarios del gobierno de EE.UU., mencionaban que se estaban estudiando cambios en la política hacia Cuba, pero que Cuba no era prioridad. Y de repente, del 11 de julio para acá ha sido un maratón de declaraciones de altos funcionarios estadounidenses, incluido el secretario de Estado Blinken y el presidente Biden, hablando de Cuba y diciendo que ahora sí es una prioridad. Entonces, ¿somos o no somos? No es difícil percatarse de que hay una operación montada en ese sentido y mucha gente lo entiende. Como también entiende que más allá de dificultades a lo interno del país y de errores que se hayan podido cometer —y que levante la mano un gobierno que no haya cometido errores—, el bloqueo estadounidense sí impacta y sí define la situación económica de Cuba. Y por eso el presidente Díaz-Canel ha reiterado que, si en realidad todos esos políticos consideran que el bloqueo es interno, pues que quiten el bloqueo, que nos dejen desarrollarnos por nosotros mismos, a ver qué es lo que pasaría.
Además, el cubano en EE.UU. ya vivió y comprobó que puede haber un tipo de relación diferente entre ambos países y que beneficie a ambas partes. Durante el gobierno de Obama hubo un cambio de política hacia Cuba, un cambio, dicho sea todo, funcional para los objetivos de EE.UU. con Cuba, porque Obama no hizo lo que hizo para apoyar el socialismo en Cuba, ni nada parecido, pero entendió que la política anterior era fallida, que los había aislado, que por 60 años no había dado resultados y que había que probar otra cosa. Y ese cambio significó un beneficio para la población cubana, para el sector privado, para las empresas estatales, para la población estadounidense y la comunidad cubana en EE.UU. que tuvieron facilidades para viajar, que podían volar a las provincias, o venir en cruceros. Y Cuba asumió ese reto desde el punto de vista ideológico, aceptó que los estadounidenses vinieran y conocieran cómo era nuestro país de verdad. El único detalle es que cuando esos visitantes regresaban a EE.UU. el mensaje que llevaban era, como mínimo, que Cuba no era tan mala como se la habían pintado.
Cuando el estadounidense viraba de Cuba comentaba que ciertamente había diferencias, que nuestro país no tenía el nivel de desarrollo de EE.UU., que había carencias, pero que no era lo que le habían dicho, y eso conllevó a que cada vez más estadounidenses vinieran, crecieran los intercambios y las oportunidades entre ambos países, y los políticos contrarios a Cuba se dieron cuenta de que si las cosas seguían así se les iba a caer el discurso y decidieron empezar a cortar. No se explica de otra forma que, si muchas personas estaban contentas con el acercamiento, con los viajes, les hayan dado marcha atrás y volvieran a esta política de confrontación que tenemos hoy.
Entonces, la mayoría de la comunidad cubana entiende todas esas cosas, y esa es la razón por la cual durante la pandemia se han organizado donativos para Cuba, se han enviado medicinas y material médico a nuestro país por parte de muchísimos cubanos alrededor del mundo, incluyendo EE.UU. Esa es la razón por la cual, durante la pandemia, ha habido una campaña que demanda al gobierno estadounidense que elimine las restricciones y sanciones impuestas a Cuba que son doblemente perjudiciales en estas circunstancias. Esa es la razón por la cual hay una campaña en EE.UU. para que restablezcan los servicios consulares, y el programa de visas y de reunificación familiar, y es la razón también de los reclamos para la reanudación de los vuelos fuera de La Habana. Esa es la razón por la cual entidades y agencias del gobierno estadounidense, que en la época de Obama establecieron cooperación con la parte cubana en temas de interés bilateral, en su momento reconocieron lo beneficioso de esa cooperación. Y esa es la razón por la cual hoy, esos sectores que promueven la confrontación, la división entre los cubanos, el odio, la intervención “humanitaria” entre comillas, no logran incrementar su base de apoyo.
Sector contrario al gobierno cubano
Es un sector minoritario, que promueve el odio y la división, y que tiene la capacidad económica de llevar adelante una campaña, de montar una realidad virtual, diferente a la vida real. Pero, como dice el refrán, la mentira tiene patas cortas. Y cuando se analiza la reacción de ese sector más reaccionario después del 11 y 12 de julio, hubo una euforia, pero eso se ha ido apagando, a partir de que se ha ido imponiendo la realidad, la situación en el país está normal, se continúan desarrollando acciones en el enfrentamiento a la pandemia y para resolver necesidades e insatisfacciones que tiene la población, que son reales, que se han reconocido públicamente.
Ese sector más reaccionario no ha logrado ampliar su base de apoyo y los ejemplos están a la mano: la flotilla que se acercó a las aguas cubanas y apenas reunió unos pocos barcos después que dijeron que serían como 100; también las supuestas concentraciones de miles de personas fuera de la Casa Blanca y otros lugares que no llegaron a ser tal; los llamados públicos a un boicot del envío de remesas, cuando una gran parte de la comunidad cubana está abogando porque permitan un mayor envío de remesas, porque, además, se trata de una medida discriminatoria, porque el resto de los migrantes pueden enviar remesas a sus países sin límites, y ¿cuál es la diferencia con Cuba?
Tampoco ha habido condena internacional a Cuba que ellos deseaban, porque el ejercicio patético de 19 países firmando un documento redactado en Washington, eso solo se lo creen, si acaso, quienes lo redactaron. Tampoco en la OEA han podido aprobar una condena. Condena es 184 países votando contra el bloqueo en la ONU, esa sí es una condena. Entonces, cuando la realidad se va imponiendo la reacción de estos sectores se va desinflando, y buscan nuevos objetivos sobre los que descargar su frustración y su odio. Ya no solo es contra las agencias de viaje que tienen vínculos con Cuba; ahora también es contra México porque el presidente López Obrador ha declarado públicamente su solidaridad con nuestro país. Y han lanzado otras amenazas similares que solo evidencian su impotencia y su frustración.
Es decir, que ante la evidencia de que se están quedando aislados, lo único que les queda es promover esos mensajes de odio, de violencia, de ataque, que desafortunadamente son apoyados por los congresistas de origen cubano, que además dicen que representan a la mayoría y que sus votantes votaron por ellos por su política hacia Cuba, lo cual se sabe que no es cierto. Porque por las encuestas y estudios preelectorales realizados se sabe que el ciudadano estadounidense de origen cubano, que es el que tiene derecho al voto, vota como estadounidense, no como cubano, y lo hace a partir de una serie de intereses económicos, sociales, entre los que la política hacia Cuba no está entre las principales prioridades. Y por tanto, cuando tú haces una valoración objetiva de la reacción de la comunidad cubana, fuera de esa realidad construida, mediática, verás que es una reacción positiva. Hay declaraciones de las asociaciones de cubanos en contra de la llamada “intervención”, porque por sentido común ningún cubano sensato, más allá de su propia ideología, puede estar a favor de una intervención extranjera en Cuba. La gente sabe lo que eso significa y lo que ha pasado en otros países que ha sido “ayudados” con una intervención.
Mensaje para los cubanos residentes en el exterior
El mensaje es que el camino es el diálogo; que el camino es una mayor relación entre Cuba y los cubanos residentes en el exterior; que el camino es una mejor relación entre Cuba y EE.UU. a pesar de nuestras diferencias, porque una mejor relación es posible. No es una utopía, porque ya es algo que se pudo constatar cuando el restablecimiento de las relaciones que llevó desde la apertura de embajadas hasta la firma de un grupo de acuerdos, visitas de delegaciones, un incremento importante del número de viajes. Es decir, que a pesar de las diferencias es posible una relación bilateral más fluida y beneficiosa para ambos países, y eso es lo que realmente apoya la comunidad cubana en EE.UU., y en otros países también. Así lo apreciamos.
Tomado de OnCuba