Recordando a Fidel y a Martí.

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Santa Ifigenia I y II rinden tributo a Fidel en el cuarto aniversario de su desaparición física, cuyos restos descansan en el Cementerio Patrimonial de Santa Ifigenia, en la Ciudad Héroe de Santiago de Cuba.

Santa Ifigenia (I) abordó la probable procedencia etíope del nombre Efigenia, según algunas fuentes, haciéndose mención al hecho que algunos autores hablan de cierta “contaminación” o procedencia griega del nombre supuestamente etíope de Efigenia (“madre fuerte”), vinculándolo en la profundidad de la historia –más de 1 250 años atrás, según la periodización de Herodoto de la Guerra de Troya—con el nombre griego Ifigenia (“mujer fuerte”).

Se comentará la supuesta procedencia griega de este nombre, si bien algunas fuentes dicen que no debe confundirse el nombre de Ifigenia con Efigenia, aunque no mencionan las hipótesis que tratan de demostrar lo contrario, es decir, que estos nombres si estarían conectados en el tiempo.

Así, algunos autores asocian la procedencia del nombre etíope Efigenia –por antonomasia, Santa Efigenia, nombre que llevaría el Cementerio Patrimonial de Santa Efigenia desde febrero de 1868--, con el nombre griego de Ifigenia, refiriéndose particularmente al mito de Ifigenia de Aulida.

Según Esther Márquez en su ensayo de 2017 Hagiografía y mito en “San Mateo en Etiopía”, obra del clérigo y dramaturgo español Felipe Godínez (1585 y 1659), al parecer publicada en 1667, “Godínez lleva a cabo una contaminación entre la historia de Santa Efigenia y el mito de Ifigenia, la hija de Agamenón”.

El griego Agamenón era rey de Micenas, polis del Peloponeso, cuna de la civilización micénica, y jefe de las tropas griegas en la Guerra de Troya. 

Otros autores afirman que Efigenia es un nombre etíope proveniente del griego Ifigenia, y que habría pasado del griego al latín y luego al castellano “procedente de la mitología griega”.

Según la mitología griega Ifigenia fue sacrificada en Aulida por orden de un adivino, para apaciguar la ira de la diosa de la caza Artemisa contra Agamenón, a causa de haber matado éste un ciervo sagrado en las praderas de Artemisa.

Movida por su ira, la diosa hizo que el viento dejara de soplar en el golfo Evoico –muy cercano a Aulida--, lo que provocó que las 1168 naves que esperaban partir a la Guerra de Troya no pudieran zarpar, por falta de viento. Algunas fuentes dicen que había viento en contra, no de falta de viento. Lo que fuere, las naves no podían salir de Aulida a Troya por el golfo evoico sur hacia el Egeo en dirección Ilión, a la histórica guerra, por los vientos.

A cambio de ello, según el adivino Calcante, la joven Ifigenia, hija del rey y jefe de la expedición aquea a Troya Agamenón, debería ser sacrificada. Luego la expedición aquea podría partir.

Otra versión afirma que cuando traen a Ifigenia desde Micenas para ser sacrificada --la habrían traído engañada con el falso pretexto de prometerla al héroe Aquiles-- y llega al altar del sacrificio en Aulida --lugar donde se concentraron los soldados y las naves de la expedición aquea que debía partir a la Guerra de Troya--, antes de ser sacrificada en su nombre, la diosa Artemisa se habría apiadado de Ifigenia, y habría colocado en lugar de su sacrificio a una cierva, llevándose consigo a Ifigenia hacia Braurón, una zona de la región de Ática, relativamente cercana a Atenas, donde la convertiría en su sacerdotisa, y donde hoy está supuestamente la tumba de Ifigenia de Aulida, hija de Agamenón y Clitemnestra, hermana de Orestes, seudónimo empleado por Martí en algunas publicaciones de prensa a finales de los años 70 del siglo XIX. Allí existe también un santuario a la diosa Artemisa, con su templo relativamente conservado, y un segmento de puente de piedra sobre un río en el camino que entonces llevaba a Atenas.

Según otras versiones –se dice que la de Sófocles--, el sacrificio de Ifigenia si tuvo lugar. Habría sucedido en la vida real.

Otra versión dice que tuvo lugar, pero no en Aulida, sino en el citado Brauron, y ello motivaría o justificaría el crimen que cometió Clitemnestra contra su esposo Agamenón a su regreso de la Guerra de Troya, en venganza por el sacrificio de su hija Ifigenia. 

Otras versiones afirman que no tuvo lugar el sacrificio de Ifigenia y aluden que el animal sacrificado a Artemisa --en lugar de la vida de Ifigenia-- habría sido no una cierva, sino indistintamente una ternera, un oso, un toro, o una mujer de avanzada edad.

Otra versión dice que Ifigenia se convirtió a sí misma en ternera, osa, toro, o mujer vieja, y que habría desaparecido. Este mito se basaría en el supuesto que, en el momento en que Ifigenia iba ser sacrificada, el dolor de los presentes era tal que voltearon la vista a otro lado para no ver morir a la joven Ifigenia de manera tan cruel, lo que le habría permitido a ésta escapar.

Otra versión mitológica dice que en el instante de comenzar el sacrificio de Ifigenia aparecieron un toro, una ternera, una cierva o una vieja, lo que fue interpretado por el sacerdote como un presagio de que los dioses no aceptarían el sacrificio de Ifigenia, y que por tanto la ofensa a la diosa Artemisa quedaba saldada.

Aparece igualmente que Ifigenia viviría mucho tiempo en Táuride (Crimea) al servicio de Artemisa, en su templo, donde debía sacrificar a los náufragos extranjeros que llegaban a la costa. Un día reconoció a su hermano Orestes, y a Pílades, que habrían sido enviados por el oráculo de Delfos a buscar la estatua de Artemisa, a quienes Ifigenia entregó dicha estatua, huyendo con ellos a Grecia.

También aparece que Artemisa le concedió la inmortalidad a Ifigenia y la identificó con la diosa Hécate.

Del mismo modo se afirma que Ifigenia se casó con Aquiles en secreto, cumpliendo de esa forma el engaño de su padre Agamenón cuando la mandó a buscar a Aulida para ser sacrificada, a cambio de que las naves aqueas –de Acaya-- pudiesen partir a la Guerra de Troya. En realidad había naves de muchas regiones griegas, no solo de Acaya, según el catálogo de naves de la Ilíada.

Estos hechos habrían tenido lugar unos 1 250 años antes --siglo XIII antes de Cristo-- de que San Mateo el Apóstol consagrara a Dios a Santa Efigenia de Etiopía --siglo I después de Cristo--: dos historia que, tuvieran o no que ver en la realidad, para algunos autores si guardan relación: el nombre de Santa Efigenia, de Etiopía, y el nombre de Ifigenia de Aulida, en Grecia. Se dice que son derivaciones o variantes, Efigenia de Ifigenia: dos historias con tintes mitológicos que tuvieron lugar en la profundidad del tiempo.

Los mitos griegos son una hermosa y tupida jungla en el tiempo antiguo, pero una jungla en sí: imaginativa, torrencial, interminable, inenarrable hasta el fin. Se discute todavía de cada uno de ellos, lo que es propio de casi todos los mitos, no solo de los griegos.

Obviamente, en la literatura y el cine, el teatro, la música o la escultura, Ifigenia o Efigenia han llamado la atención de importantes autores. 

Hay renombradas tragedias griegas y no solo, dedicadas a este pasaje de la historia y la mitología.

Interesante, aunque para nada extraño: José Martí también mencionaría en sus Obras Completas el nombre de Ifigenia. Lo haría en dos oportunidades. 

En sus Cuadernos de Apuntes se refirió a la ópera de Gluck y Pacini, “Ifigenia en Tauride”. Allí anotará, en idioma francés: “Cruel! Y tú dijiste que me amabas?. De “La Ifigenia de Tauride” –de Gluck y Pacini”.—. Y también en los Cuadernos de Apuntes exclamará: —“Y decía que me amaba!” –4º acto de “Los amantes de Teruel”.—Como en “La Ifigenia”.

Sin embargo, esta modesta publicación no centra su finalidad en los mitos griegos o africanos. 

Las publicaciones Santa Ifigenia (I y II. Final) solo tratan de comentar un poquito sobre el interesante y atractivo origen histórico del nombre que lleva el Cementerio Patrimonial de Santa Ifigenia en la Ciudad Héroe de Santiago de Cuba, que es un Altar de la Patria, de la Nación, de Cuba.

Solo que allí no descansan mitos. 

Allí descansan vidas ofrendadas. 

Allí descansan héroes, hombres y mujeres de carne y hueso, seres humanos que lucharon durante toda su vida redentora por la Nación cubana, por su libertad e independencia de todos los imperios: allí está Céspedes, Padre de la Patria; Mariana, Madre de la Patria y Madre de los Maceo; Martí, Héroe Nacional y Apóstol de la Independencia de Cuba; allí descansan los restos de José Maceo, de 32 Generales de las Guerras de Independencia; de numerosos Mártires de la Revolución; de los gloriosos combatientes caídos en misiones internacionalistas; allí está el imprescindible Frank País García, allí está el Líder Histórico de la Revolución Cubana, como evoca su monolito, mezcla de Roca Maestra, de sobriedad y de clarín: allí dice: FIDEL, allí está FIDEL: “Del clarín escuchad el sonido, a las armas valientes corred!”

Estas imágenes no han sido publicadas. Resalto la pintura de un artista, no una imagen aficionada: se trata de la pintura original hecha en Atenas con polvo de café por el compatriota y artista, pintor cubano, Oniel Rodríguez López. La hizo el día en que se cumplió el cuatro aniversario de la desaparición física de Fidel, el pasado 25 de noviembre, la cual publico con su autorización. Es la primera imagen que aparece. Gracias Oniel.

Millones de cubanos y de ciudadanos dignos del mundo piensan como Martí: 

“Infeliz en la memoria de los hombres, quien eche el laurel en la olla”. 

Santa Ifigenia, como muchos cementerios de Cuba, atesora laurel y memoria. Y sobra laurel y memoria en el noble y heroico pueblo de Cuba, desde el Cabo de San Antonio a la Punta de Maisí.

En imágenes --luego de la pintura con la imagen de Fidel, en café--: el sitio arqueológico de Ifigenia, en Aulida, a donde habría sido llevada Ifigenia procedente de Micenas para su sacrificio; las imágenes de mar corresponden al sitio de Aulida desde donde partieron las naves aqueas a la Batalla de Troya comandadas por Agamenón, así como el santuario de Artemisa en Brauron, Ática, la tumba de Ifigenia en el mismo, y el museo

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